Palestrina se mostró siempre insatisfecho con las reformas de la liturgia sacra dictadas por el concilio de Trento, las cuales convirtieron en no canónicas a algunas de sus misas y otras obras tempranas, salpicadas de interposiciones profanas ajenas al texto oficial. Por este motivo, dimitió de su cargo para pasar al servicio del cardenal Hipólito II de Este, que mantenía su propia capilla.
Por otra parte, Palestrina es visto como el autor más representativo de obras polifónicas ajustadas a las nuevas exigencias de la Contrarreforma.
De sus 104 misas, más de 70 están compuestas sobre el cantus firmus de melodías gregorianas. Quizás la mejor de ellas sea la Misa del Papa Marcelo.
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