Incursionó como ellos en la atonalidad y luego en el dodecafonismo,
escribiendo obras vinculadas a la estética expresionista, pero su música tiene
además una sonoridad que evoca la tonalidad, con reminiscencias del
romanticismo, y una inclinación marcadamente dramática.
Sus tres obras más
conocidas son el Concierto para violín y las óperas Wozzeck y Lulú.
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