jueves, 1 de octubre de 2020

PASCUAL DESDE ÁGUILAS

 Nota remitida por nuestro compañero Pascual.

Ante todo, quiero agradecer a todos los compañeros sus comentarios con motivo de lo que será una breve pero intensa estancia en Águilas, donde no venía desde el Requiem de Verdi.

Es una satisfacción verificar como amigos que nunca han estado en mi pueblo, conocen el Peñón del Roncaor, La Pava la Balsa (y además muy bien escrito y expresado), por no hablar de lo  que hasta el momento ha sido un motor de Cultura a través de la Música y que espero se retome cuanto antes, se conocen al dedillo su Castillo, su Glorieta,  y en definitiva, siento su aprecio a un pueblo que yo, sencillamente Amo.

Nada más llegar a Águilas, y tras subir las maletas a casa me lancé a dar un paseo por mi Playa del Puerto Poniente, para empaparme lo antes posible de su olor y aire tan vital para mí.

Y quiero compartir con todos los amigos la primera imagen que me encontré: Un Pescador de Caña en la orilla de la playa, una imagen que puede parecer superficial pero que encierra muchas singularidades emotivas para mí, aunque no sea aficionado.

Este tipo de pesca precisa de una personalidad especial, de paciencia, control de las emociones, sentirse a gusto en la propia soledad,  pero sobre todo, tiene que saber Leer el Mar y los Cielos.

Sin duda, nuestro anónimo objetivo tiene que saber elegir el mejor sitio que le presenta una gran playa absolutamente vacía de personas y por tanto a su entera disposición. Tiene que saber el cebo adecuado, y tiene que conocer la fuerza del viento para que solo roce sobre la superficie del agua sin producir alteraciones importantes en la misma.

Tiene que conocer los estados de la Luna y saber que los períodos de luna llena atraen los peces a la orilla.

Y así, mientas que nuestro Pescador lanzaba otra vez más el sedal, solo tenía un pensamiento. POR FIN ESTOY DE NUEVO EN MI PUEBLO y doy gracias a Dios y a nuestra Virgen de los Dolores por ello.

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