El 8 de septiembre de 1841 nace Antonín Leopold Dvorak, compositor posromántico natural de Bohemia —territorio entonces perteneciente al Imperio austríaco—.
Está considerado como uno de los grandes compositores de la segunda mitad del siglo XIX.
Sin perder una amplia proyección internacional, supo extraer las esencias de la música de su tierra natal.
Su obra más célebre es la Sinfonía del Nuevo Mundo.
Entre 1892 y 1895, Dvořák fue director del Conservatorio Nacional de Nueva York. El Conservatorio fue fundado por una rica dama del alta sociedad, Jeannette Thurber, quien quería como director a un compositor reconocido, para dar brillantez a la institución.
Escribió a Dvořák, pidiéndole que aceptara el cargo, y él respondió afirmativamente, con tal de que los estudiantes nativos americanos y afroamericanos dotados de talento, que no pudieran permitirse este nivel de instrucción, tenían que ser admitidos gratuitamente (este fue un primer ejemplo de ayuda financiera basada en la necesidad.
Si bien su obra más representativa sea la Sinfonía del Nuevo Mundo, hemos querido homenajearle hoy con otra de sus obras grandiosas, el Stabat Mater.
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