El 18 de mayo de 1911 fallece en Viena Gustav Mahler, compositor y director de orquesta austriaco, cuyas obras se consideran, junto con las de Richard Strauss, las más importantes del postromanticismo.
En la primera década del siglo XX, Gustav Mahler fue uno de los más importantes directores de orquesta y de ópera de su momento.
Después de graduarse en el Conservatorio de Viena en 1878, fue sucesivamente director de varias orquestas cada vez más importantes en diversos teatros de ópera europeos, llegando en 1897 a la que entonces se consideraba la más notable: la dirección de la Ópera de la Corte de Viena (Hofoper). Durante sus diez años en la capital austriaca, Mahler —judío converso al catolicismo— sufrió la oposición y hostilidad de la prensa antisemita.
Como compositor, centró sus esfuerzos en la forma sinfónica y en el lied.
La Segunda, Tercera, Cuarta y Octava sinfonías y Das Lied von der Erde (La canción de la Tierra) conjugaron en sus partituras ambos géneros.
La revalorización de Mahler fue lenta, al igual que la de Anton Bruckner, y se vio retrasada a causa de su gran originalidad y del auge del nazismo en Alemania y Austria, pues su condición de judío catalogó a su obra como «degenerada» y «moderna». Lo mismo sucedió con otros compositores, caídos en desgracia en el Tercer Reich.
Solo al final de la Segunda Guerra Mundial y por la decidida labor de directores como Bruno Walter, Otto Klemperer y, más tarde, Bernard Haitink o Leonard Bernstein, su música empezó a interpretarse con más frecuencia en el repertorio de las grandes orquestas, encontrándose entre los compositores más destacados en la historia de la música.
También, a nivel popular, tuvo mucha trascendencia la inclusión del Adagio de la 5ª Sinfonía en la película Muerte en Venecia, de Luchino Visconti.
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