sábado, 15 de febrero de 2020

TAMBIEN EN EL MAESTRANZA SE PARARON LOS PULSOS


Apenas unos cinco días después de parar la respiración en el Auditorio de Águilas, anoche en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, Berna Perles, junto a Carlos Álvarez, fue capaz de parar los pulsos, en uno de los templos operísticos mundiales.
Queremos traer una de las frases que le dedica hoy la crítica sevillana, firmada por Andres Moreno Mengibar en el Diario de Sevilla,  a su actuación de ayer, que se puede leer entera AQUÍ
Foto de la publicación de Berna Perles
BERNA PERLES - CARLOS ÁLVAREZ | 
Y allí se pararon los pulsos
Y como propina, dos muestras de algo tan español como la copla. No cualquier copla, claro, sino Y sin embargo te quiero, de Quintero, León y Quiroga, y Ojos verdes, de Quiroga, León y Valverde. 
Y allí se paró el tiempo y allí se posó sobre el teatro el pellizco de la emoción que recorre la piel y encoje la garganta. 
No hizo falta ser aficionado a la copla para conmoverse ante el desgarro contenido y el temblor emotivo con el que Berna Perles acometió la primera de las propinas. 
 Y allí se paró el tiempo y allí se posó sobre el teatro el pellizco de la emoción que recorre la piel y encoje la garganta. No hizo falta ser aficionado a la copla para conmoverse ante el desgarro contenido y el temblor emotivo con el que Berna Perles acometió la primera de las propinas. A la antigua, como la cantantes de hace un siglo, con dignidad y seriedad, sin aspavientos, pero con hondura, con los sonidos negros del faraón.
Perles bordó esas canciones, como Álvarez hizo con las no menos bellas de Ortega.
Y, tras ella, la lorquiana canción de la mancebía en boca de uno de los cantantes de fraseo más noble, perfectamente hilado e infinitamente graduado del panorama actual, un Carlos Álvarez en plenitud de facultades que sacó a relucir su dominio de los reguladores y su capacidad para abrir y cerrar el sonido a voluntad en busca de la expresividad apropiada.

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