La celebración de esta fiesta dedicada a los difuntos persigue, en la mayoría de las culturas, el objetivo de apaciguar a los muertos más recientes que vagan aún por la tierra sin encontrar el lugar de reposo (para la Iglesia Cristiana Católica ese lugar por el cual vagan se llama Purgatorio).
Y para poner Música a este día, nada mejor que la escena final de Don Giovanni.
Llaman con fuerza a la puerta. Leporello, paralizado por el miedo, no puede responder, de manera que abre la puerta el propio Don Giovanni.
Aparece el Comendador muerto. La figura se acerca hasta Don Giovanni. Con la sobrenatural música en Re menor de la obertura aún más estremecedora por la voz de bajo ¡Don Giovanni! Me invitaste a cenar contigo"), el Comendador le ofrece una última oportunidad para arrepentirse, pero Don Giovanni lo rechaza categóricamente.
La estatua se hunde en la tierra y arrastra consigo a Don Giovanni.
El fuego del infierno, y un coro de demonios, rodean a Don Giovanni conforme éste se hunde.
Llegan doña Anna, don Ottavio, doña Elvira, Zerlina y Masetto, buscando al villano. No lo encuentran a él, sino a Leporello, escondido debajo de la mesa, temblando por el horror sobrenatural que ha presenciado.
Don Giovanni está muerto. Anna y Ottavio se casarán cuando pase el año de duelo de Anna; Elvira pasará el resto de su vida en un convento; Zerlina y Masetto finalmente marcharán a su casa a cenar; y Leporello se irá a la taberna para encontrar a un mejor amo.
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