sábado, 26 de octubre de 2019

ORQUESTA SINFÓNICA CONJUNTA-CONCIERTO INAUGURAL

Díos mío: Cuanta Música por descubrir, cuanta belleza por escuchar, que magnífica juventud...


El CICUS se permite ofrecer al público programar composiciones que raramente podríamos escuchar en otros recintos, donde están presionados por la "taquilla" y la costumbre que todos tenemos de acudir una y otra vez a las cosas conocidas.
Pero para ello, se precisa de buenos músicos como demuestran los jóvenes que son la base de esa feliz idea de la Orquesta Sinfónica Conjunta de nuestra Universidad y el Conservatorio Superior, y que ya es una realidad consolidada en nuestra ciudad, donde pocos son los proyectos que llegan a madurar.

Se precisa de un director como Juan García que, además de ser magnífico en el podio también sea un verdadero pedagogo.
De la composición La Mer de Debussy, poco podemos decir para los aficionados que la conocen a la perfección, salvo insistir en la magnífica ejecución
Pero junto a ello, dos verdaderas sorpresas.


Gran y digno trabajo el realizado por nuestra Universidad para rescatar una hermosa partitura de un Músico Olvidado incluso en Sevilla, que le vio nacer y que una vez más da ejemplo de tratar mal a sus hijos.

La Historia del Navío Reina Regente merecería un capítulo aparte en el área de Historia, aunque en este caso, su incomprensible naufragio sirvió a Fernando Paladín (1852-1929)  para rendirle homenaje con una composición redonda con todos los instrumentos volcados en una magnífica interpretación, con unos violines que transmitieron la tragedia del naufragio y una oboe en estado de gracia.

La música de Frederic Gulda es dificilmente etiquetable en un compositor y pianista, fallecido en el año 2000 y que tan volcado estaba con la Música Clasica como con el Jazz.
Gran admirador de Mozart e interprete reconocido y de referencia de las sonatas para piano  de Beethoven.

Los Conciertos de Gulda siempre creaban expectación con unos espectadores que nunca sabían lo que iban a escuchar cuando se sentaba al piano, aunque se le permitía todo y a título significativo, tuvo alumnos tan reconocidos como Marta Argerich o Claudio Abbado.
Su Concierto para violonchelo, interpretado con una  maestría impropia de un joven como Gabriel Rodero  nos fue conduciendo por un curioso concierto que a veces nos llegó a despistar, con unos sonidos,  sin solución de continuidad, de música pop, romántica, de nana, sonidos sefardíes, de sarabanda y terminando con una Marcha festiva, propia de una Feria., donde solo faltaban los "caballitos".

Pero lo que importa es el resultado final del espectáculo: Brillante, Espectacular, Bello y Arrebatador dentro de una sucesión de Sinsentidos.

Y allí estuvo La Décima para dar testimonio de un Grandioso Concierto.
Estamos publicando una amplia Galería de Imágenes.

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