martes, 10 de septiembre de 2019
UNA CANCIÓN PARA CAMBIAR EL MUNDO
Primavera del año 1939 en el Café Society de Nueva York, con capacidad para 200 personas, ninguna de las cuales aplaudió cuando una cantante negra, de nombre Billie Holiday entonó su canción Strange Fruits.
Las luces se apagaron y Billie se marchó apresuradamente a los lavabos a vomitar mientras que pasados unos segundos eternos, el público fue consciente de lo que acababan de escuchar y se produjo de forma milagrosa una salva de aplausos.
Fue una canción breve, de apenas tres minutos que cambió la historia de la Música.
Me deja sin fuerzas”, señala la cantante en su autobiografía, Lady sings the blues. Y cuenta una anécdota que refleja el choque emocional que libraba con la canción: “(Después de cantar Strange fruit) Entró una mujer en el lavabo de señoras del Downbeat Club y me encontró desquiciada de tanto llorar. Yo había salido corriendo del escenario, con escalofríos, desdichada y feliz al mismo tiempo. La mujer me miró y se le humedecieron los ojos. ‘Dios mío’ –dijo–, ‘en mi vida oí algo tan hermoso. En la sala se podía oír volar a una mosca”.
Se trata de una canción contra el racismo y que Billie cantó por primera vez cuando tenía 23 años.
La letra y música era Abel Metropol, profesor judio de origen ruso adscrito al partido comunista, y el título original "Bitter Fruit" (fruta amarga).
La escribió estremecido por la experiencia de linchamientos en Indiana en 1930.
"De los árboles del sur cuelga una fruta extraña. / Sangre en las hojas, y sangre en la raíz. / Cuerpos negros balanceándose en la brisa sureña. / Extraña fruta cuelga de los álamos./Escena pastoral del valiente sur. / Los ojos saltones y la boca retorcida. / Aroma de las magnolias, dulce y fresco. / Y el repentino olor a carne quemada. Aquí está la fruta para que la arranquen los cuervos. / Para que la lluvia la tome, para que el viento la aspire, para que el sol la pudra, para que los árboles lo dejen caer./ Esta es una extraña y amarga cosecha".
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