El 8 de septiembre de 1841 nace Antonin Dvorak, compositor posromántico natural de Bohemia —territorio entonces perteneciente al Imperio austrohúngaro.
Es considerado el principal representante del nacionalismo checo en la música.
Está considerado como uno de los grandes compositores de la segunda mitad del siglo XIX.
Sin perder una amplia proyección internacional, supo extraer las esencias de la música de su tierra natal.
La época que pasó en Estados Unidos fue una etapa singular de su vida. Jeannette Thurber, fundadora del Conservatorio de Nueva York, le ofreció la dirección del centro, lo que le convenció para trasladarse allí en 1892.
Bajo la influencia de los cantos espirituales de los negros norteamericanos y de la música popular estadounidense, así como de los ritmos de los aborígenes norteamericanos, compuso la Sinfonía nº 9 (más conocida como Sinfonía del Nuevo Mundo y su Concierto para violonchelo y orquesta, que rápidamente se convirtió en una de las obras más apreciadas para este instrumento solista.
No obstante, nosotros queremos recordarle hoy con su Stabat Mater, extensa obra (cerca de 90 minutos) vocal-instrumental de música sacra para solistas (soprano, alto, tenor y bajo), coro y orquesta basada en el texto de un himno de la antigua iglesia del mismo nombre.
La primera inspiración para la creación de esta pieza fue la muerte de la hija del compositor, Josefa. La obra fue escrita en varias fases, con la versión final acabada a finales de 1877. La primera actuación tuvo lugar el 23 de diciembre de 1880 en la Asociación de Artistas Musicales de Praga. La composición se acostumbra a interpretar en la República Checa durante la Pascua.
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