domingo, 21 de julio de 2019

CONVERSIÓN A TRAVÉS DE LA MÚSICA

Muchas veces desde este Blog hemos hablado de las sinfonías de Mahler, así como de su número 2 que, con una genial dirección de Lorin Maazel con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera en el Teatro de la Maestranza y posteriormente con Kapland y nuestra ROSS, nos impactó y nos hizo amar al compositor austriaco. Era la temporada 1992-1993 y evidentemente otros tiempos para la Música en nuestra ciudad.
Erik Varden es desde 2015 abad del monasterio cisterciense de San Bernardo, en Inglaterra
Entendemos por tanto perfectamente lo que le sucedió al abad Eric Barden, convertido al catolicismo y la vida monástica impactado por tan bella música y la trascendencia divina que se percibe en ella.
Sugerimos la lectura de un artículo publico al respecto en la revista Religión en Libertad, y del que extraemos algunos párrafos: 

Tenía 15 años cuando tuvo el gran encuentro con Dios que cambiaría su vida. Y fue a través de la música, concretamente escuchando la Segunda Sinfonía de Gustav Mahler que trata sobre la Resurrección.
 Aquella noche se encontraba sólo en casa y decidió escuchar esta obra. Para él, “la música siempre ha sido muy importante, como un idioma nativo”. Y sobre Mahler, cuenta que “un amigo de mi hermana me había aconsejado esta sinfonía en particular que, en su último movimiento, comienza con la evocación de un caos primario mientras que, gradualmente, se impone un ritmo”. “No naciste en vano”. “No has sufrido en vano”. “Te levantarás y vivirás”. 
Estas palabras pronunciadas por el coro en la sinfonía de Mahler, un judío converso al catolicismo, fueron para este adolescente como un rayo que atravesó su cuerpo. "Quedé paralizado" “Fue como si mi corazón de repente se abriera a una certeza casi instintiva de que Dios realmente existe. 
Era algo que me superaba. Una nueva conciencia. Un momento de despertar. Una herida en el corazón”, señala Erik Varden. 
 Cuando la música terminó –agrega- “quedé paralizado”. Pensó que sería mejor pensar sobre aquel increíble momento a la mañana siguiente y si lo que había sentido se difuminaba. Pero la certeza se mantuvo y la herida seguía abierta. Fue entonces cuando decidió lanzarse a explorar sobre la fe.

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