Contemplando la representación de Aida en nuestro Teatro de la Maestranza experimentamos la alegría de que los decorados se salvaran del incendio del Liceo de Barcelona, y dolor por todos aquellos que se perdieron.
Nos parece absolutamente increible que de unas superficies planas se puedan conseguir unas sensaciones de profundidad de tal magnitud de forma que olvidemos por completo que se trata de decorados.
La admiración de tales pinturas, verdadera joya artística, puso por si era preciso un punto adicional a la gran representación que nos llevó en volandas al Egipto de los Faraones.
Para aquellos compañeros que todavía no tienen la entrada, nuestro consejo es que no se pierdan este gran espectáculo.
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