Anoche, una veintena de nosotros con la ausencia de habituales por coincidencia con el Ballet, nos dimos cita para asistir a la proyección de la "Novena".
Nos encontramos con la agradable sorpresa de que la dirección de la Sinfónica de Viena estaba encomendada a Christian Thielemann, de quien conocíamos su visión de esta excelsa obra en el Festival de Beyrouth del verano del 2001, emitida por Radio Clásica en su momento, y del que no existe soporte audiovisual por cuestión de incompatibilidades contractuales de los sellos discográficos, así como por una mas reciente grabacion de la Misa Solemne de Beethoven, y referencias de la dirección de la tetralogía del Anillo del Nibelungo, tambien en Beyrouth.
Hay una gran coincidencia, entre los que nos encontramos, de considerar a Thielemann como fiel seguidor de la linea del mítico Furtwangler en la interpretación de las partituras de Beethoven, y ayer tuvimos una clara demostración de esta aseveración, incluso en el "silencio de expectación" del cuarto movimiento, con el que Beethoven, sin duda, quiso homenajear a la importancia del silencio en la música, y que aunque logicamente no pudimos cronometrarlo, pensamos que estuvo rondando los 6-7 segundos.
La Novena Sinfonía tiene la virtud, normalmente, de GOLPEARNOS PRIMERO Y LUEGO DEJARNOS SI RESPIRACION hasta las notas finales.
Para que esto se hubiese producido ayer, solo faltó que la sala de proyección no fuese parca en los decibelios con los que hay que escuchar esta música y optase por un sonido frontal, y no envolvente, a pesar de que el DVD del que procede la proyección tenga un magnífico sonido Dolby Digital y DTS 5.1, pero esto no pudo ser previsto ni por Beethoven ni por Thielemann.A la salida comentábamos: Sin duda Beethoven tuvo que estar tocado por la mano de Dios, para ser capaz de crear tanta belleza.
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